Hoy os traemos lo que para nosotros es todo un clásico del noiserock y posthardcore de comienzos de milenio, si bien no sabemos cuál fue su impacto y éxito real ni en sus días ni hoy en día. Ya se sabe cómo funciona este mundillo de la música underground, en el que puedes estar elevado a los máximos altares por los amantes de lo anticomercial y, debido a los motivos que sean (convicción, falta de interés de grandes discográficas...), nunca pasar de ahí y permanecer como una banda relativamente desconocida toda tu carrera. Evidentemente esto no tiene por qué ser malo, ya que se puede triunfar igualmente sin salirse del circuito underground, y de esta forma la música mantendrá su alma por siempre, ajena a las presiones y exigencias de discográficas.
La banda se formó en 1996 bajo el nombre de Best, a la cual le cambiarían el nombre a McLusky, al conocerse Andrew Falkous y Mathew Harding después de ser expulsados de una fiesta en un instituto minero por ir ambos disfrazados de mineros, y tras añadir a la banda a John Chapple a quien conocieron en un festival por haberles meado a los otros dos la tienda de campaña. Sólo con oír estas dos historietas sobre cómo se conocieron, es evidente que no podía salir una banda ordinaria de ahí, y efectivamente así es, porque a esta banda se le podría poner casi cualquier adjetivo excepto normal u ordinario.
Así lo demuestran en este Do Dallas, cuyo nombre proviene de la película porno Debbie Does Dallas y que vió la luz en el año 2002, convirtiéndose en el segundo disco de la banda de Gales tras su My Pain and Sadness is More Sad and Painful Than Yours, respecto al cual consiguieron un alucinante salto cualitativo de su sonido gracias a la producción de Steve Albini de Shellac, con quien grabaron el disco. Además, consiguieron imponer un relativo orden dentro del caos y desorden innato de sus composiciones, en las cuales, pese a seguir haciendo lo que les daba la gana se empezó a atisbar una especie de línea a seguir por la banda en cuanto a temáticas y estructuras de los temas, que pese a tener poco que ver entre ellos, forman un conglomerado ideal para dar forma a este trabajo.
Los años parecen no pasar por este disco, que sigue sonando tan fresco e innovador como el día en el que fue editado hace ya más de diez años. Yo desde luego siempre lo tendré entre mis discos favoritos, y seguiré escuchando sus delirantes letras como algo más que simples líricas, ya que si no se les presta la suficiente atención puede parecer una sucesión de frases sin sentido, pero hay mucho más detrás, canciones en las que realmente merece la pena analizar qué se está diciendo y cómo se está diciendo, es decir, qué es lo que están tocando simultaneamente.
Si os gusta el posthardcore y el noise y que la música no siga patrones habituales, seguro que os gustan y podréis gritar bien alto al igual que lo hacen ellos: Fuck This Band!