Como no podía ser de otra manera con ese nombre, la banda gallega Guerrera vuelve a la carga en este 2014 con su segundo trabajo titulado Mauna Loa en una referencia tan evocadora como acertada al mayor volcán del mundo en volumen y superficie. A diferencia de su sorprendete debut de nombre Under The Gispy Sun, que vio la luz hace más o menos un año, este trabajo ha sido editado por la discográfica Matapadre (Unicornibot, Disco Las Palmeras!, Colectivo Oruga...) dando un gran paso adelante en cuanto a profesionalidad, hecho que se ha visto plasmado inequívocamente en su sonido.
Su primer LP supuso un soplo de aire fresco a una escena totalmente colapsada por grupos sin alma que no son capaces de sonar con personalidad y que se limitan a repetir la, en otro día, exitosa fórmula que utilizaron otras formaciones. Como digo, hay cientos y cientos de bandas con las mismas influencias (stoner, psicodelia, blues, rock algo más clásico...) y que ejecutan su sonido de una forma similar a Guerrera, pero estos chicos tienen ese algo que no sabes lo que es y que no puedes describir, pero que es lo que les sitúa por encima del resto de bandas. De todas formas, a nadie le debería extrañar que Guerrera posea alma propia sabiendo que sus componentes han estado o están en formaciones con cierto renombre en el mundo underground como Cró!, Holywater o Cuzo o incluso en la legendaria banda de neocrust Ictus.
Sin duda, la calidad del primer LP ya era notable, pero si nos ponemos exigentes, se podía intuir más potencial del que realmente se veía plasmado. Si tuviese que ponerle alguna pega a este Under The Gipsy Sun, diría que la producción del sonido era mejorable y que quizás faltase algo de cohesión entre los temas del disco. Esto ya no es así. En este Mauna Loa Guerrera ha madurado y ha creado una obra completa, compuesta por dos canciones de 18 minutos cada una, donde precisamente la cohesión durante los temas y entre ellos es lo que hace que este nervioso volcán a punto de estallar brille con luz propia.
La densidad de su sonido, conseguida a base de ardientes riffs que queman tu cerebro al mínimo contacto con tu tímpano y furiosos pero delicadamente estudiados ritmos de batería, es otro de sus puntos fuertes y éste no resulta una simple ilusión fruto de una gran producción sonora, ya que no hay más que verlos en directo para comprobar que todo lo que habías oído está ahí, que no hay trampa ni cartón, y que si no te apartas de su camino serás arrastrado por el abrasador magma que escupen sobre el escenario.
El resultado es para mí casi perfecto (y digo lo de casi por no ponerles techo, porque sinceramente no creo que lo hayan alcanzado todavía) y es toda una lección maestra de ritmo, intensidad y groove, todo en un formato más propio de jams, y que seguro hará vibrar a los amantes del género.
Mi recomendación personal es que para disfrutar de este Mauna Loa en su totalidad lo escuchéis no de manera pasiva mientras hacéis otra cosa, sino de manera activa, que escuchar sea lo principal de ese momento. Así conseguiréis uniros a este loco viaje donde subiremos, bajaremos y recorreremos caminos por los que nunca antes habíamos circulado para nunca más volver al lugar del que salió la expedición en nuestra mente.
Larga vida a Guerrera!