Cuenta la leyenda que hace unos años (seguramente tras la disolución de Kyuss y la aparición de tantas y tantas bandas que intentaron hacer lo mismo que ellos sin éxito) la gente de las montañas corrió despavorida hacia las ciudades huyendo de un peligro tan temible como desconocido. "¡El stoner se muere y no hacemos nada para salvarlo!" gritaban, y había quien directamente se ponía en lo peor "¡El stoner ha muerto!¡El stoner ha muerto!¡Ya nadie está a salvo!"
Puede que estuvieran en lo cierto. La mayoría de los discos cuya única influencia es el stoner que salen hoy en día siempre dejan esa sensación de deja-vú, de ya haber escuchado antes algo realmente parecido e incluso mejor, como si el stoner se hubiese visto obligado a prostituirse en las calles por cuatro duros a cambio de seguir vivo, mientras decenas y decenas de bandas lo manoseaban y le arrancaban su dignidad. A nadie parecía importarle menos a nosotros, sus antiguos amantes, quienes no soportamos verle en estas condiciones tras haberle conocido en sus años mozos, cuando era un estilo jovial y divertido, siempre con ganas de hacer viajar a tu mente.
Desde su primer y sorprendete EP los madrileños Giganto dejaron bien claro que ellos no iban a ser una de estas bandas que no aportan nada al estilo, y que desde luego venían para quedarse, si bien nos han tenido en espera más tiempo del que nos hubiese gustado, aunque el resultado final bien merece la pena. Como si de unos Karma To Burn trasnochados se tratase, descargan toda su rabia sobre estos diez temas de stoner instrumental con momentos algo más metaleros que no hacen más que reforzar si cabe el poder de su creación.
El disco, por lo general, sigue la misma línea del anterior EP, aunque han refinado su estilo sin significar esto que hayan perdido ni un ápice de su brutalidad, que desborda por todos lados gracias en parte también a la sencilla pero ideal producción.
Se mire por donde se mire, estamos ante uno de los trabajos del año a nivel nacional y quizás a nivel internacional, que además ejerce como salvavidas del stoner, demostrando que todavía tiene mucha vida por delante y que no está ni mucho menos acabado, pero que hace falta creatividad y originalidad para no caer en los clichés del estilo.
La langosta se ha posado de nuevo al fin. Larga vida a Giganto!