Hoy El Club os presenta un grupo fresco y bailongo: el
cuarteto sevillano Jazz de Marras, que en abril de 2012 presentó su primer álbum
Mesa Para Cuatro, toda una delicia. El proyecto nació en 2006 con la intención de combinar el formato de concierto en salas
con el formato de calle, más cercano y directo, con el que habían disfrutado tanto en sus experiencias anteriores. Sus ritmos tan versátiles, que van desde el
swing hasta el jazz manouche, son excusa perfecta para dejar libre nuestra
imaginación y viajar a esos lugares olvidados del mundo: conocer las peripecias
de un pequeño circo durante su gira, emborracharnos en un viejo bar perdido por
los Balcanes, montarnos en el remolque
lleno de paja de un tractor, descubrir un precioso patio lleno de enredaderas y
con una gran fuente en el centro, echar la siesta en una hamaca, a la sombra de
un árbol, en algún paisaje árido… La verdad es que viendo la portada el disco
creo que los componentes del grupo estarán de acuerdo conmigo en que hay
muchísimas cosas que, por la rutina, nos pasan desapercibidas y deberíamos
aprendes a saborearlas, a disfrutarlas. Pues en esta Mesa Para Cuatro (o cinco,
o más, si contamos al oyente) nos sirven en bandeja las claves para disfrutar
de esos pequeños placeres.
Durante todo el disco queda en evidencia el éxito con que
han sabido conjuntar sus dispares influencias musicales, dando lugar a este
trabajo totalmente coherente, pero sorprendente. De hecho, paradójicamente, a
medida que vayas descubriendo las canciones te sorprenderás de lo obvias que
parecen; tranquilo, no es que las hayas escuchado en alguna otra parte, es que
están bien hechas. Quizás, en un principio, aparentemente simples -sobre todo
si escuchas el disco de fondo, mientras haces otra cosa-, poco a poco te darás
cuenta del abanico de ritmos y armonías que nos ofrecen.
De este modo, nos dejan clara su habilidad para transmitir,
con “graciosa elegancia”, todo tipo de sensaciones: tensas y oscuras, de
alivio, alegres, nostálgicas… Todo ese cóctel, con sabor a swing duce-amargo y sutiles aromas de tango, o
del clásico estilo New Orleans, hará que sintamos un curioso choque de emociones:
como involucrándonos en una situación ridícula, pero vista con humor y perspectiva,
sentiremos lo divertido de reírnos de nuestra propia torpeza o de que algo nos haya salido mal; o nos veremos solos,
pero al mismo tiempo en compañía (de colegas que no están, de recuerdos, de
objetos…); o tristes pero con ganas de bailar… Por todo ello, el aspecto que
más admirable me parece en este disco es el carácter que han conseguido,
dejando ver por una parte su interés por el gypsy-swing y que en cierta medida también comparten las
intenciones de Django Reinhardt, Raymond Scott o John Kirby, o incluso del
conjunto español Racamulto, entre otros, pero del mismo modo diferenciándose y definiendo
una personalidad propia. Fraseos claros, ideas musicales bien definidas y
ordenadas, que se desarrollan menos que en otras propuestas dentro de este
género y que alternan esas melodías pegadizas con un caráter de improvisación
en su justa medida, dan solidez y contundencia a todo lo anteriormente mencionado.
Una buena prueba de todo esto es lo bien que le ha encajado su música a Pepe
School Land en la creación de su corto Tachaaan!. Y por si eso fuera poco, cabe mencionar que también se han adentrado en el mundo del teatro participando en el espectáculo músico-teatral Suing! (el catacrak) de la compañía de clown El Calvo Invita.
Bueno, lo dicho, música para escuchar en compañía o en
soledad, si es acompañada de una copita de algo bueno, mucho mejor. No podrás
evitar mover los hombros con disimulo al ritmo de Jazz de Marras.