Black Sabbath vuelve a los escenarios y a las listas después de dieciocho años de su anterior trabajo con este esperado 13, que se trata de su decimotercer álbum como banda, que se dice rápido. Para este recién salido disco intentaron reunirse como formación original, si bien el antiguo batería Bill Ward no llegó a ponerse de acuerdo con el resto en cuanto a temas económicos y fue sustituido por Brad Wilk de Rage Against The Machine. Obviando este cambio, se reúne la formación original (Tommy Iommi a la guitarra, Geezer Butler al bajo y Ozzy como cantante), una formación elevada a los más altos altares de la música, que rompió con muchos esquemas prefabricados en su día y que fue y será influencia de una lista de bandas innumerables, pero que no componían juntos desde el Never Say Die! de 1978, hace nada y más y nada menos que treinta y cinco primaveras, cuando más de uno ni siquiera eramos un proyecto. Casi nada.
Toda duda que pudiese surgir sobre el nuevo trabajo de estos maestros debía de estar motivada por esta razón, y por el hecho de que en todo este tiempo en el que ellos han estado inactivos haya habido infinidad de bandas que han utilizado su sonido y su estilo de manera más o menos acertada, en muchos casos colapsando el género y haciendo que una música que destrozó moldes en la época como si se tratara de una auténtica bulldozer haya llegado a sonar repetitiva e incluso a guateque veraniego en ciertos grupos. Seguramente, esto fuera lo que más temíamos todos, que Black Sabbath volviera con un disco correcto pero sinsorgo bajo el brazo, pasando a engrosar la lista de bandas que tienen como influencia a Black Sabbath, que quieren sonar como Black Sabbath, que quizás suenen o recuerden por momentos a Black Sabbath, pero que no son Black Sabbath.
Quizás pueda resultar raro esto de decir que una banda pueda hacer un disco que no sea de esa banda, pero me refiero al hecho de conseguir dotar al trabajo de un espíritu y fuerza propia, que brille por sí mismo y no por estar en la discografía de una gran banda, como me pasa con Technical Ecstasy por ejemplo. Para conseguir esto, a la hora de componer han intentado recuperar ese espíritu más oscuro y sombrío de los primeros discos, al cual la voz de Ozzy le iba como un anillo. Para mí, han conseguido dicho objetivo, aunque también se han valido de influencias propias más acordes a otras épocas para conseguirlo, haciendonos recordar el Heaven and Hell también por momentos.
Los temas fluyen a lo largo del disco de una manera muy natural, de una forma perfectamente estudiada para que una vez termine el disco sigamos disfrutando del eco de los nebulosos acordes en nuestra cabeza, como los tortuosos recuerdos de una pesadilla que tuvo lugar no sabemos muy bien cuando.
Desde el primerísimo instante nos dejan claro que están de vuelta con End of The Beginning, un corte que como ya he comentado, nos lleva de golpe hasta la primera etapa de esta banda, sin duda la más auténtica y de una manera tan sutil y cuidada que es imposible resistirse y de la que salvo contados momentos no saldremos hasta que el disco termine. Los cuatro componentes están en forma, y nos lo demuestran con God Is Dead, primer single del disco y tema más largo con varios pasajes destacados demostrando la versatilidad que tiene hoy por hoy Black Sabbath tras su dilatada carrera. Luego tenemos el tema Loner que suena 100% a los orígenes de la banda, y Zeitgeist, un psicodélico pasaje que si bien recuerda demasiado a Planet Caravan, nos guía hacia la segunda mitad del disco de una manera muy calmada y apacible.
Al despertar de Zeitgeist nos encontramos de bruces con la versión más pesada de estos tíos en Age of Reason, y con sus ya conocidos coqueteos con el doom. Nos volvemos a subir a lomos del caballo de fuego en Live Forever aumentando el ritmo de nuevo, para ser escupidos de su espalda al suelo por un increíble final de tema y quedarnos ya en este para disfrutar de la agónica Damaged Soul, que nos presenta las influencias más clásicas de la banda, pero siempre con el inconfundible sello de los de Birminghan y terminando con el tema Dear Father, que cierra el viaje y el círculo en torno al disco, ya que volvemos de nuevo a los Sabbath de los inicios de una manera inconfundible.
Las únicas pegas que le puedo poner al disco son que todo apunta a que Ozzy suena superproducido, muy por encima de sus actuales posibilidades, y que si realmente querían sonar como lo hacían al comienzo de su carrera deberían haber conseguido un sonido más sucio, ya que aunque hay momentos y momentos, en general suena demasiado limpio, pero bueno, esto último no es más que una opinión cuya base está en mis gustos, así que cada uno pensará una cosa sobre este tema.
Quitando estos dos detalles yo creo que estamos ante un buen disco que podría camuflarse perfectamente entre los discos de su primera etapa e incluso destacar por encima de alguno de ellos, y que quizá coja algo más de peso con el paso del tiempo cuando de verdad asimilemos lo difícil que es sonar así de fresco después de tantos trabajos y tanto tiempo.
Os dejo un vídeo de Youtube con todo el disco, pero bajároslo del Soulseek o de dónde podáis que la calidad será mayor sin duda.
También os dejo el enlace al programa que hicimos este año sobre la primera etapa de Black Sabbath, es decir, hasta que Ozzy fue expulsado de la banda.