Este Vilayer, que es el primer disco de larga duración de la banda neozelandesa Kerretta, es todo un soplo de aire fresco en una escena tan sumamente saturada como es la del postrock. Hoy en día la mayoría de los grupos de este estilo simplemente se dedican a repetir la fórmula que tanto éxito ha tenido en el pasado, y cuesta encontrarse con un trabajo como éste, que a pesar de no inventar nada nuevo, consigue sonar fresco y original.
Yo
diría que la magia de Kerretta reside en su simpleza, ya que no se
meten en problemas con composiciones rocambolescas y su música llega muy
fácil. Pero cuidado, porque decir que este Vilayer suena simple
no significa que los detalles no estén cuidados al máximo, o que no goce
de una progresividad casi perfecta.
Quizás
esta progresividad sea la magia del disco, que consigue que sus temas
se queden grabados en tu cabeza a diferencia de otros muchos grupos
postrock. Sus temas son instrumentales, y por su melodía, casi parecen
sacados de un sueño, pero esto no impide que en determinados momentos
suenen algo más violentos y pesados.
A mí me suenan a una especie
de mezcla entre Russian Circles, Mogwai y las partes más postrockeras de
Isis, pero siempre dejando claro que no son un grupo postrock más, sino
que son Kerretta, que tienen un sonido propio, y que han venido aquí
para quedarse.