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lunes, 10 de diciembre de 2012

Willis Drummond – A ala B (2012)


Esta banda de Baiona no para de asombrar. Su último disco – A ala B (A o B) - es la clara señal de que este grupo ha despegado definitivamente. A diferencia del Istanteak (2011), que lo grabaron en tres días y todo en directo, esta vez han dedicado un mes para grabar pista por pista. Se nota. Un sonido penetrante, limpio e impresionantemente detallado.

En cuanto a la musicalidad de sus temas, qué decir. Con el A ala B han vuelto a sorprender cambiando ligeramente la onda de su anterior disco (como ya hicieran con el Istateak) fusionándose con trazas punk-rockeras que encajan a la perfección. El resultado conseguido es auténtico. Es uno de esos grupos con los que te planteas a ver si han descubierto “la fórmula perfecta” para cambiar a su antojo, seguir gustando a los seguidores de toda la vida, y encima conseguir atrapar a nuevos. La fórmula para triunfar para ti y para los demás.


Sus ritmos, sus disonancias y sus punteos siguen estando presentes aunque tal vez con mayor simplicidad, sin dar muchas vueltas, lo que no quita la vigencia de su complejidad. En cambio, la evolución en cada uno de sus temas es todavía más bestial, lo que en conjunto con lo anterior, hace que entre directo al cerebro, sin titubeos. 

Sus canciones son de todos los colores, de todos los olores y de todos los sabores. Es un disco con mucha variedad, listo para saborear y digerir. En él se encuentran canciones aceleradas como 'Menperatzen dut', ‘Ilegala’ o ‘Tresna’, más pausadas como 'A ala B' y algunas lentas (entre las que se encuentra mi favorita) 'Komedia' o 'Berantegi'.

Sus letras apelan al sentimiento, o eso le hacen sentir a un servidor. Terriblemente ligadas a la música que le acompañan, provocan que en tu vida aparezca por un momento esa banda sonora que te hace ver el encanto especial que tiene todo. Para mí, la que se lleva la palma es ‘Komedia’ (aunque depende del día a veces prefiero ‘Tresna’)

Quizás haya un salto entre el Antologhy (2007) y el A ala B (2012), pero para esos viejos seguidores confusos que no terminan de ver con buenos ojos la evolución del grupo, decir que no se preocupen, se le coge mucho gusto y muy rápido. También comentar que en sus directos olvidas qué canción es de qué disco… los últimos bolos siguen siendo tan buenos o mejores que los primeros; con intensidad, con emoción, con rabia… son un todo, son Willis Drummond, sólo hay que disfrutar.

En fin, echaré de menos ver tocando a Willis Drummond más a menudo en gaztetxes y salas pequeñas, porque de verdad creo, que van a estar ocupados durante un buen tiempo.

Sin lugar a duda, el talento innato se ha juntado con la pasión por la música y el trabajo vocacional, para dar fruto a una de las bandas de Euskal Herria que perdurará en el tiempo.